Vivir en los Estados Unidos

Desde El Otro Lado

Jury Duty


Jury Duty. La primera vez que escuche estas dos palabras fue durante el año 2001. En la empresa en la que laboraba en aquel año participé en un grupo de trabajo al cual llamábamos Core Team, este era como un equipo central en el que se decidía todo lo relacionado a un producto de la empresa; desde el diseño hasta el soporte post-venta. Yo representaba a la división de ventas. Las reuniones de trabajo eran una vez por semana. En una ocasión uno de los representantes de otra división envió un correo electrónico a todo el grupo indicando que no podría asistir a la reunión de esa semana. Por motivo simplemente escribió Jury Duty. Esto me intrigó. Al parecer, se asumía que todos sabíamos lo que esto significaba. Yo apenas llevaba dos años en los EE. UU, con visa de trabajo. No sabía de qué se trataba. Investigué un poco y encontré que se trata de una obligación que tienen todos los estadounidenses de participar como jurado en un juicio legal. Por lo menos una vez cada cinco años.

Esta es una obligación la cual el esquivarla sin excusa alguna constituye un delito menor que puede causar una multa económica, cárcel, o ambas cosas.

A través de los años he notado que servir como jurado es una gran inconveniencia para la mayoría de la gente con quienes he tratado, ya que los casos se pueden alargar semanas, e incluso meses. De ser seleccionado el gobierno le paga al jurado $15.00 Dólares estadunidenses por día. Y otorga pases para que el transporte público le sea gratuito. También reembolsa una cantidad fija por cada milla recorrida desde la residencia del jurado hasta la corte, ida y vuelta. Pero no paga por el estacionamiento. Todo esto a partir del segundo día, el primer día no se paga.

Es una obligación para las empresas el liberar al empleado durante el tiempo que dure el juicio, sin que le afecte el estatus en su trabajo. Las empresas tienen que liberar al empleado, pero no es una obligación el pagarles su sueldo regular. Pero muchas empresas incluyen como parte de sus beneficios y prestaciones el pagar la totalidad del salario por todos los días que dure el juicio, como si hubieran laborado ese tiempo. Pero, repito, no es una obligación.

Como esta obligación civil es una inconveniencia para la mayoría de la gente, se han encontrado y diseminado boca en boca miles de excusas para esquivarlo, sin que le repercuta a uno. Incluso existe un formulario oficial de excusas. Una de ellas puede ser el impacto económico negativo. Si la empresa en la que trabaja el posible miembro del jurado no incluye entre sus beneficios el otorgar el salario durante todo el tiempo que dure el juicio, entonces si habrá una repercusión económica negativa, la cual es suficiente para evitar el compromiso. Pero debe de documentarse a detalle. Entre los originarios de México y de países donde no se habla el inglés de manera nativa, una excusa es la de no dominar bien el idioma inglés. Aunque, en apariencia, se hable a la perfección ese idioma, uno siempre puede argumentar que para un caso tan delicado como el emitir un juicio que le puede afectar ya sea al acusado o al acusador, el no dominar el idioma de manera nativa puede impedir la total comprensión de la situación y por lo tanto emitir un juicio erróneo. Los jueces por lo general dan por válido este argumento sin solicitar mayor explicación que esa, y liberan de la responsabilidad al candidato a jurado.

Logré esquivar el Jury Duty por 10 años. A partir del 2010 fui elegible, y para el 2012 me llegó mi primer citatorio, tendría que presentarme como jurado ese año en la corte de San Diego. Sin embargo, ese año me mudaba a la Ciudad de Torrance en el condado de Los Ángeles, y para la fecha de la cita yo ya no residiría en San Diego, la excusa fue aceptada y se me libró de la responsabilidad. Ya en el condado de Los Ángeles recibí un citatorio para ser jurado en ese condado. Esto en el 2014. Pero me regresaba a San Diego ese año. También se me excusó. Por motivos de mudanza entre San Diego y Silicón Valley fui librado en dos ocasiones mas. Pero este año por fin me llegó una cita para la cual no estaría fuera de la ciudad.

El nueve de mayo del año en curso me presenté muy temprano en la Corte Central de San Diego, ubicada en el número 1100 de la calle Union del centro de San Diego para cumplir con la obligación. La cita no incluía mayor información que la de presentarme puntualmente a las 7:45 de la mañana

A las 8:00 en punto nos invitaron a pasar a la sala de los jurados, una sala enorme. Se llenó. Calculo que habíamos entre 500 y 600 personas. Al ingresar se nos entregarón unas formas, se nos pidió que tomemos asiento y llenemos las formas. Una persona se paró el frente para darnos la bienvenida, nos dio instrucciones de cómo llenar los formularios. Las preguntas en estos formularios están orientadas para tratar de determinar quiénes, de entre las convocados ese día, son buenos candidatos para jurado. Después un juez nos explicó el porqué de la existencia de tal obligación: “Todo estadunidense es libre, y tal libertad solo podrá ser revocada por pares, todos hombres libres, durante un juicio civil o criminal”.


Después de un tiempo los formularios son recogidos y procesados. Luego se empieza a nombrar jurados, al ser llamados estos tienen que reportarse ese mismo día a un juicio que está por comenzar. Quien no sea nombrado se puede retirar. A mí me nombraron.

Al llegar a las afueras de la sala en la que se llevaría el juicio para el cual fui elegido nos dieron instrucciones antes de entrar. ¡se trataba de un caso criminal! Se nos indicó que el juicio podría durar tres semanas, incluso más tiempo. Nos pasaron a la sala uno por uno, me tocó ser el jurado No 17. Solo se requiere de 12 jurados, pero hay suplentes.

Al entrar, todo ya estaba ordenado. Se ve tal cual como en las películas de Hollywood. Acusado y acusadores sentados al mismo nivel y acompañados por sus abogados. Lo primero que note fue a un individuo que presumí era el acusado por que llevaba uniforme de prisión. Creo que me sonrió, lo cual me incomodó.

El caso que me tocó es sobre un asesinato. El juez nos explicó que los hechos ocurrierón durante el 2017 en el poblado de Rancho Santa Fe, una zona muy afluente del condado de San Diego. Este hombre; Leighton Dorey, IV; mató a su padre. El alega que fue en defensa propia.

Se especula que el homicidio fue por causas de dinero; que el padre se negaba a seguir manteniendo a su hijo, un junior de 39 años de edad. Y se negó también a invertir en una idea de este para un negocio. Este caso fue muy sonado en su momento. El juez nos explicó que también se le acusa de tortura. También nos explicó que como jurado nosotros no deberíamos de tomar conclusión alguna sin antes haber escuchado todos los testimonios y haber analizado todas las pruebas que se mostrarían durante el juicio. Nos preguntó si alguno de nosotros tendríamos algún inconveniente para ser jurado de este caso. La persona a mi lado, el jurado No. 18, levantó la mano y dijo que él consideraba que el acusado era culpable, que no habría razón o prueba alguna que lo haría cambiar de opinión. El juez determinó que esto no era justo para el acusado y disculpo a este jurado.

A mí el caso me parecía perturbador en extremo. Culpable o no, asesinato o defensa propia; este hombre luchó a muerte contra su propio padre. Y hasta se le acusa de haberlo torturado antes de matarlo. Para ser mi primer caso de jurado yo hubiera preferido un caso civil, como un caso de fraude. O un caso menor como el de un individuo manejando en estado de ebriedad, por ejemplo. O el de algún robo a propiedad ajena, asalto a mano armada. Cosas por ese estilo… Pero, ¡un caso criminal! ¡entre familia! Levanté la mano la próxima vez que el juez preguntó si alguien tenía inconveniente. Dije precisamente eso, que era un caso muy perturbador para mí. El juez respondió que si, que efectivamente este caso podría perturbar al jurado. Agregó que durante el juicio se presentarían fotografías del padre asesinado. Fotos que le tomaron al hijo cuando fue capturado, Y que habría narraciones muy descriptivas de los hechos. El juez preguntó si todos estaban de acuerdo a que se me disculpara por esta razón. Nadie objetó y se me disculpó y se me libró de tal obligación.

Sin duda una experiencia interesante de vivir en los EE.UU. como expatriado.



Mayo, 2022

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